La
violencia se encuentra estrechamente relacionada al cuerpo, asimismo, a cómo
este consolida relaciones sociales y culturales. En este sentido reconocer como
el cuerpo ha sido un elemento fundamental para la conformación de hegemonía,
control e incluso dominación gracias a la violencia sobre el mismo y a la
violencia incorporada resulta relevante para comprender la configuración
social.
En
este sentido, la violencia sobre el cuerpo y la violencia incorporada permiten preguntarse
sobre cómo los territorios han sido construidos sobre el miedo, la muerte y el
dolor, por consiguiente, cómo la construcción territorial se ha dado desde una
única visión, homogénea y hegemónica.
“generar
o mantener un orden a través de hechos contundentes sobre los objetos, los
cuerpos o los campos de relación social, precisando así un objetivo localizado
en el tiempo y el espacio.” (Chaves, 2011, pp. 164)
De esta manera, a partir de la
vivencia personal de la violencia, se reconfiguran las prácticas sociales en
torno a la aceptación o a la resistencia; cabe aclarar que esta reconfiguración
implica cambios culturales, políticos, económicos o sociales.
En este sentido, las prácticas
corporales regulan al individuo, lo mantienen como un cuerpo controlado.
Así, la violencia entendida como
técnica corporal genera aceptación social y limitación. Es decir, y como bien
lo muestra la película y el trabajo de campo de Chaves, la violencia se
transforma en un elemento que hace parte de la cotidianidad, un elemento que se
reproduce y se acepta, aceptando así la imagen construida sobre el cuerpo,
imagen ligada al miedo, al dolor y al control.
“la violencia es una técnica corporal, en la medida en que
llega a ser aceptada por las sociedades, imitada e instruida sobre el cuerpo;
pero, además, retroalimentada de los usos y manejos coyunturales.”(Chaves,
2011, pp. 166)
De
igual manera, en La Dominación Masculina (1998), Bourdieu expone como se
trasgreden las estructuras mentales, genera una vocación, que es vista como una
decisión personal pero que al final es sometida por el inconsciente que esta guiado por la estructura.
De igual manera, la deshumanización
de la violencia, tanto en esferas sociales como individuales, logra
potencializar y capitalizar la misma, tanto así que las víctimas se transforman
sin notarlo en reproductores de la violencia, aumentando la brecha generada por
la violencia, el miedo y la dominación.
Por último, Chaves realiza una
invitación a matizar la violencia en relación al contexto de la misma, evitando
caer en soluciones para la misma creadas en otros contextos o pensando que existe
una única causa generadora de violencia.
En
términos de Fals Borda, la ciencia, comprometida con las exigencias de la
realidad debe plantearse desde tres premisas principales, la primera, responde
a una dialéctica del conocimiento, que vea a la teoría y la practica como eje
fundamental de causalidad; la segunda, a pensar y actuar, que de alguna manera,
se ve estrechamente relacionada con la dialéctica del conocimiento,
reconociendo que si desde las estructuras mentales hay un compromiso con la
realidad, en el actuar del investigador también lo habrá. Por último existe una
relación forma y contenido.
“la
dimensión del “hecho” como proceso histórico, que la realidad es un “complejo
de procesos”. Reconfirmamos por enésima vez que, en lo social, no puede haber
realidad sin historia: los “hechos” deben complementarse con “tendencias”,
aunque éstas sean categorías distintas en la lógica.”(Fals Borda, 1978, pp. 11)
Referencias
Bibliográficas
Bourdieu,
P (1998). La Dominación Masculina. Barcelona: Editorial Anagrama
Chaves, J (Julio/ Diciembre 2011).
Entre la violencia sobre el cuerpo y la violencia incorporada. Hacia la
promoción de la salud, Volumen 16. Pp. 162- 172
Fals
Borda, O (1978). El problema de cómo investigar la realidad para transformarla.
FUNDABCO. Bogotá.